hoy llueve mucho, mucho,
y pareciera que están lavando el mundo
mi vecino de al lado mira la lluvia
y piensa escribir una carta de amor/
una carta a la mujer que vive con él
y le cocina y le lava la ropa y hace el amor con él
y se parece a su sombra/
mi vecino nunca le dice palabras de amor a la
mujer/
entra a la casa por la ventana y no por la puerta/
por una puerta se entra a muchos sitios/
al trabajo, al cuartel, a la cárcel,
a todos los edificios del mundo/ pero no al mundo/
ni a una mujer/ni al alma/
es decir/a ese cajón o nave o lluvia que llamamos así/
como hoy/que llueve mucho/
y me cuesta escribir la palabra amor/
porque el amor es una cosa y la palabra amor es otra cosa/
y sólo el alma sabe dónde las dos se encuentran/
y cuándo/y cómo/
pero el alma qué puede explicar/
por eso mi vecino tiene tormentas en la boca/
palabras que naufragan/
palabras que no saben que hay sol porque nacen y
mueren la misma noche en que amó/
y dejan cartas en el pensamiento que él nunca
escribirá/
como el silencio que hay entre dos rosas/
o como yo/que escribo palabras para volver
a mi vecino que mira la lluvia/
a la lluvia/
a mi corazón desterrado/
Juan Gelman
EL MISTERIO DE LAS PALABRAS PERDIDAS
Los autistas nunca usamos todas las palabras que necesitamos y son esas palabras perdidas las que causan todos los problemas.
…
¡La verdad es que los autistas hablamos un lenguaje de lo más misterioso!
Naoki Higashida
SIEMPRE FUE ASÍ
Eugénio de Andrade
Siempre fue así: entras en la noche
completamente desarmado,
conducido por el ardor
de los endecasílabos cojos
donde sólo la memoria
de la luz vive aún, señor apenas
de manos tan inseguras
que tanto ocultan como desvelan
el minúsculo motor de la vida –
manos propicias a los trabajos del barro,
mortales, diría yo, y tan comunes,
tan desiguales.
Creo que uno nunca es totalmente feliz, nunca dura mucho, tampoco. Uno es feliz por ratitos, como la canción que decía mi mamá de Cri-cri: “ahí en la fuente había un chorrito, se hacía grandote, se hacía chiquito”. Así es la felicidad, a veces grande, a veces no existe.
Elena Poniatowska
… amor y odio… Cada una de estas pulsiones es tan indispensable como la otra; de las acciones conjugadas y contrarias de ambas surgen los fenómenos de la vida. Carta de Sigmund Freud a Albert Einstein, en septiembre de 1932
Sutilezas, a propósito de Cold War (2018), de Pawell Pawlikowski
Cold War me conmovió desde la primera imagen por su impactante y sencilla belleza. Cuenta la historia de amor entre un hombre y una mujer, inspirada en la relación de los padres de Pawell Pawlikowski, para lo cual el cineasta tuvo que reescribir el guión cerca de doscientas veces, dejar pasar algunos años desde su primera idea, obtener un reconocimiento internacional – por su largometraje “Ida” (2013) – y así pudo finalmente realizar esta película. En las entrevistas concedidas en el festival de San Sebastián 2018 explica que tenía la necesidad de contar esta historia, para poder hacerlo tenía que alejarse de los detalles más personales, vaciar la trama e introducir la música como tercer personaje. Se trata, en palabras del director, de un amor impuro, dividido y relativo, en el que la verdadera tragedia es que se espera mucho del amor.
La tyché del encuentro entre un músico y una joven cantante es el inicio de esta inevitable historia. Encuentros y separaciones cruzando el Telón de Acero en la Europa de los años 50, dan las coordenadas de estos dos personajes siempre en el límite, sus vidas pueden cambiar en cualquier momento, cerca de las fronteras y cerca de la desesperación. La narración avanza con huecos, no está explicito por qué se van o porque vuelven, solo el espectador puede interpretarlo desde su subjetividad, lo que la hace una película porosa.
En cada encuentro, en otro país y en otro tiempo, también el amor es distinto, pues va pasando por diversos estados y experiencias, distinto incluso para cada uno de los amantes, que se dan cuenta que no es lo que esperaban. La incompatibilidad y la discordia están presentes desde el inicio, en una idílica escena, tumbados en el campo, ella le dice: “Iría contigo al fin del mundo pero debo decirte que te estoy delatando”, lo que marca ya una trayectoria convulsa que pone de relieve las contradicciones internas de cada uno; pero a la vez transmiten la certeza de que la vida para ellos no vale nada si no están juntos; él le dice: “Sé que el amor es lo que es”, ella en un monólogo interior, se dice: “Lo que tenga que ser será. Le quiero y ya está.” Tautologías que dejan intacto el misterio sobre el amor pero que ofrecen una lectura de cómo una contingencia se vuelve necesaria: no pueden no quererse.
Un estribillo recorre la película cantado desde las versiones más populares hasta su versión en jazz, que dice así:
Dos corazones, sus ojos
Lloran todo el día
Y toda la noche
Ojos negros que lloráis
Porque no podéis estar juntos.
Valga toda la ambigüedad a la que nos invita.
“Lo que tengo” de Tomás Segovia
Siempre me canso de contar
Antes de completar el inventario
De todo lo que tengo
Tantos amaneceres y crepúsculos
Y altas noches calladas
Tantos árboles por todo el mundo
Casi todos con pájaros
Tantas delicias para el tacto y para el ojo
Y el oído hasta donde todavía me llega
Para el olfato y el taimado gusto
Y tantas horas para estar despierto
Y otras para soñar dormido
Y tantos días con sus noches
Como el fiel renovarse de las olas
Todo eso tengo y además
La mujer que me tiene.
Del poemario Estuario.
OTRO, SER OTRO SIEMPRE, de Fernando Pessoa
Otro, ser otro siempre,
Viajar, perder países,
Vivir un ver constante,
Alma ya sin raíces.
Ir al frente de mí,
Ansia de conseguir,
Ya sin pertenecerme,
La ausencia que es seguir.
¡Viajar así, qué viaje!
Sólo en sus pensamientos
Mi pensamiento viaja:
El resto es tierra y cielo.
Amos Oz
Cada uno de nosotros es una península, con una mitad unida a tierra firme y la otra mirando al océano. Una mitad conectada a la familia, a los amigos, a la cultura, a la tradición, al país, a la nación, al sexo y al lenguaje y a muchos otros vínculos. Y la otra mitad deseando que la dejen sola contemplando el océano.
“Todo arte se caracteriza por un cierto modo de organización alrededor de un vacío”. Jacques Lacan. Seminario La ética del psicoanálisis.

Fotografía de Vija Celmins
Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante, es, en realidad, el intento de restablecimiento, la reconstrucción.
Freud, Sigmund. Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides) descrito autobiográficamente (1911 [1910]), Amorrortu editores, Buenos Aires 1986, Vol. XII.

Paul Cézanne. Montaigne Sainte Victoire 1904