XII Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Barcelona 9 y 10 de Noviembre de 2013

XII Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Barcelona 9 y 10 de Noviembre de 2013

REFLEXIONES EN TORNO A LA CULPA, EL DESEO Y EL SINTHOME
Elegí tres referencias de momentos históricos diferentes para reflexionar sobre el tema de estas Jornadas, tres escansiones en las que apoyarme para encontrar un trayecto que partiendo de la “culpa” llegara a la “responsabilidad” pues es el trayecto de la experiencia analítica: desafectarse del pathos de la culpa para encontrar la lógica de la posición subjetiva de la que cada cual es responsable.
La primera referencia, está extraída de Malestar en la cultura, que se puede tomar como un compendio de la obra freudiana, en la que el “malestar” se introduce en relación a la culpa, tomo un párrafo en el que se relaciona sentimiento de culpa, superyó y deseos prohibidos:
1ª.- “Entonces, hemos tomado noticia de dos diversos orígenes del sentimiento de culpa: la angustia frente a la autoridad y, más tarde, la angustia frente al superyó. La primera compele a renunciar a satisfacciones pulsionales: la segunda esfuerza, además, a la punición, puesto que no se puede ocultar ante el superyó la persistencia de los deseos prohibidos” . (p. 123)
Primero, señalar que la culpa, en psicoanálisis, está ligada al sentimiento, no se trata de la culpa en el sentido jurídico, sino que es un malestar que zozobra, muchas veces de una manera difusa, angustiosa. El sentimiento de culpa puede aparecer por lo que no se ha hecho o dicho, por lo que se ha pensado, fantaseado, sentido y también, por supuesto, por lo que se ha hecho o dicho. Incluso se puede uno sentir culpable sin saber por qué ni de qué, y es justamente este sentimiento de culpa inconsciente lo que Freud exploró y lo que situó como el afecto que indica las complejas y conflictivas relaciones del ser hablante y la civilización en la que vive.
Tenemos pues en esta referencia 2 orígenes, más bien 2 tiempos, que se activan por la angustia:
1º.- Angustia frente a la autoridad, la autoridad parental, el Otro del amor, que puede resolverse por la renuncia a la satisfacción pulsional, renuncia que se hace por temor a la pérdida del amor.
2º.- Angustia frente al Superyó : que más severo que la moral cultural, exige la punición, el castigo (en la clínica lo escuchamos a veces con los insultos que los sujetos se dirigen, las depreciaciones, las acciones sacrificiales, las prohibiciones impuestas).
Al ojo interior no se le escapa la “persistencia” de los deseos prohibidos, pues la tendencia pulsional insiste. Encontramos aquí una articulación del deseo y las pulsiones.
La renuncia pulsional puede tomar varios destinos, nombro sólo dos, el de la represión, deriva que será el germen de los síntomas neuróticos, entendidos como una satisfacción paradojal de la pulsión a través del sufrimiento; o puede tomar la suerte de la sublimación, que es la satisfacción desviada de su meta, que para Freud es un destino forzosamente impuesto pues la cultura se edifica sobre la renuncia pulsional. Ahora bien, hay algo inherente a la pulsión que se tiene que satisfacer directamente, como sostén básico y necesario para la vida, es la ración de avena , que Freud ejemplifica con la agudeza de los habitantes del pueblecito alemán Schilda: cuando acostumbraron al caballo a no comer, se murió. Hay una parte de la pulsión que tiene que satisfacerse en la vida.
La parte de la pulsión que no es susceptible de sublimación es a lo que Lacan llamó: goce. “Sublimen todo lo que quieran, hay que pagarlo con algo. Ese algo se llama el goce”. Sem Etica, p 383

2ª Escansión, tomada del Seminario de la ética, que es una relectura de Malestar en la cultura, pues es su principal referencia.
.- “Propongo que de la única cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la perspectiva analítica, es de haber cedido en su deseo”. (p. 379)
Me apoyé en esta máxima por la pregunta que implica: “¿Has actuado en conformidad a tu deseo”, que es la invitación propuesta por Lacan durante este seminario, hacer una revisión de la ética a la que nos lleva el psicoanálisis, tomando la relación de la acción con el deseo. Lo que implica introducir otra dimensión: la de la acción. En “La ciencia y la verdad”, Lacan había formulado: “De nuestra posición subjetiva somos responsables”, en consonancia con el modo de trabajar de Freud que devolvía la responsabilidad de la queja, mostrado de un modo paradigmático en el Historial del caso Dora, indicándole su complicidad en el desorden del que se quejaba; ahora, en el Seminario de la ética, toma la acción, es decir “lo que se hace”, desde una perspectiva de Juicio Final, colocando como medida el deseo.
El deseo si bien es un término del vocabulario común, Freud la pondrá en el centro de su doctrina –reprimido, insatisfecho, imposible…, ligado a la libido y enganchado a los significantes,- más bien entre sus intervalos -, en los que se despliega la demanda con la que hacemos el vínculo social.
En su conferencia en Atenas (Mayo 2013): “El Otro sin Otro”, Jacques Alain Miller esclarece la función del deseo en la teoría analítica, en la que podemos seguir el deseo como la referencia a la falta, primeramente: metonimia de la falta en ser, lo que se desliza, se escapa entre los significantes y que encuentra su referente en el Otro, justamente en su falta, que Lacan llevará a su inconsistencia.
En este sentido, esta referencia incluye la dimensión de la acción, del actuar, de cómo hacer con el vacío, con la nada con la que cada quién se va encontrando en una experiencia analítica.

3ª escansión, tomada del seminario El Sinthome. Es el momento de la muy última enseñanza de Lacan, en la que se produce un viraje radical con la introducción de una nueva topología que hace equivaler el nombre del padre a un sinthome, entendido como un operador que mantiene anudados los tres registros: imaginario, simbólico y real, la referencia elegida es:
“Uno sólo es responsable en la medida de su saber hacer.
¿Qué es el saber hacer? Es el arte, el artificio, lo que da al arte del que se es capaz un valor notable, porque no hay Otro del Otro que lleve a cabo el Juicio Final. Por lo menos, yo lo enuncio así” (p. 56)
La lógica que he intentado seguir ha sido relacionar la responsabilidad con la serie:
Posición subjetiva – acción – saber hacer
Ya he apuntado a un saber hacer con la nada, con la inconsistencia del Otro, del lado de lo que no hay, pero con esta referencia, en este seminario, Lacan introduce la pregunta de un saber hacer con lo que no se puede dejar de hacer, lo que persiste y que tiene en cuenta la positivización del goce, lo que sí hay; pone de relieve el modo de gozar de cada uno y lo que cada quien hace sobre la verdad de su goce, aunque sólo se la pueda mediodecir. El análisis opera para volver posible este goce, extrayendo un saber y poder así darle otro uso; para ello hace falta el tiempo para reconocer la naturaleza del sinthome, que es diferente al síntoma, puesto que no es una formación del inconsciente, no es a descifrar, sino más bien de lo que se trata es de encontrar la función que puede hacer.
Es de la mano de Joyce que Lacan nos lleva al arte, pues de su sínthome, de su peculiar relación con el lenguaje supo hacer arte, es más se hizo un nombre con una obra casi ilegible y a partir de la cuál se fundó una comunidad.
Lo que me lleva a preguntarme, para concluir, sobre las relaciones del resto que insiste y el lazo que fundamenta el vínculo social.

Concha Lechón

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