Sobre el amor y la escritura

VI SYMPOSIUM NACIONAL SOBRE ADICCIONES. VITORIA GASTEIZ MAYO 2015mujer-escribiendo-pablo-picasso
Enamorada de su pasión. A propósito de las Cartas de la monja portuguesa.

La única cosa más o menos seria que puede hacerse: una carta de amor.                         Jacques Lacan

Se dice y está escrito que estas cartas son una de las obras maestras de la literatura amorosa, lo que ustedes mismos pueden comprobar leyéndolas.

En 1669, en el umbral del Romanticismo, fueron publicadas en Francia, y recibidas con un éxito inaudito, las epístolas atribuidas a la monja lusitana Mariana Alcoforado, destinadas a un joven capitán de la caballería francesa.

Si casi cuatro siglos después sigue considerándose una joya del arte de la palabra que nos acerca a la experiencia amorosa cabe pensar que se debe a que transmite algo de lo verdadero del amor, y más concretamente de la posición femenina respecto al amor.

Cartas que pienso que se circunscriben bien al tema   de este Symposium: Amor efímero, goce eterno.

Son cinco cartas, conmovedoras, por la delicadeza y por la vigorosidad con la que se expresa sentimientos extremos, sus contradicciones, lo que toma el valor de un testimonio en el límite de lo que se puede decir, más bien de lo que se puede escribir sobre lo que se siente; pues desde el inicio cobra una relevancia especial la relación de Mariana con las cartas que escribe; poniendo en primer plano el nexo particular que se juega en ciertas posiciones femeninas respecto a la escritura; nos sirve tomar aquí la orientación que Jacques Lacan da en su seminario La carta robada cuando apunta que en la relación al signo es donde algunas mujeres pueden hacer valer su ser .

A partir de estas cartas se desarrolló una corriente literaria, que se llamócartas portuguesas”, en las que se reconocían determinados elementos:

Primero, demostrar que hay un estilo de locura que sólo se excusa por el amor. Las afinidades de amor y locura son harto conocidas, desde la poesía a la patología, pasando por la vida cotidiana; pero a lo mejor no es tan conocido en lo que toca a lo estructural del amor y de la locura, por qué hay esta afinidad, creo que es lo que se está poniendo al trabajo en este Symposium; como también hay las afinidades entre ciertas posiciones femeninas y la locura, que es a lo que intentaré aproximarme en este trabajo.

Se puede poner en serie: Amor-locura-posición femenina, pues están del lado, al menos en alguna zona, de lo que no tiene límite. Siendo el 4º elemento que podríamos añadir a esta serie, lo que viene a anudarlo: la escritura, pues con las letras se fija esta tendencia al infinito.

Las cartas portuguesas suponen siempre una serie, hay más de una, en las que una mujer abandonada se entrega al único recurso de escribir. Por tanto, sólo pueden ser femeninas, incluso si están escritas por la mano de un hombre. De hecho, las cartas atribuidas a Mariana Alcoforado, fueron publicadas en francés como una traducción de las originales, que nunca se encontraron, estudios recientes atribuyen la autoría de las cartas al escritor Gabriel Guilleragues, amigo del joven capitán, que seguramente estimuló la imaginación y la pluma del escritor, al menos es lo que piensan los estudiosos del tema; pero están escritas, desde una posición femenina, de la cual pueden dar cuenta tanto las mujeres como los hombres, pues de lo que se trata es la posición que cada quien toma respecto al goce y al lenguaje.

Estructuraré en los 3 tiempos lógicos propuestos por Jacques Lacan el recorrido por las cartas:

1.- Instante de ver, 2.- Tiempo de comprender, 3.- Momento de concluir.

Carta I, el instante de ver. Es la respuesta a la carta del amado cuando sabe que él ha decidido alejarse y que seguramente jamás lo volverá a ver. El campo de la mirada domina sus sentimientos en un escenario de éxtasis de dolor que la lleva al desvanecimiento, me deleitaba sentir que moría, presentados así la conjunción del amor y la muerte nos acerca a una de las formas del torbellino en el que puede presentarse el goce femenino. Dispuesta a sacrificar su vida se ofrece para seguirle a todas las partes del mundo para poderlo amar : sin ningún comedimiento.

A la vez, no faltan los reproches por haberla seducido con la intención de abandonarla después.

El placer se ha convertido en dolor, lo agradable se ha tornado cruel; pero aún alberga la esperanza de nuevos encuentros y de nuevas cartas. Se despide con un: Amadme siempre y hacedme sufrir otros males todavía.

Es una Mariana seducida, engañada y enamorada.

Carta II, comienza el tiempo de comprender, que continúa en las cartas III y IV. La comprensión requiere de un proceso en el que se despliega la dialéctica subjetiva, aquí Mariana va tomando la responsabilidad que le toca en este asunto, pues va contraponiendo la idea de haber sido seducida y engañada, con su propia tendencia: mi inclinación apasionada me sedujo …ya sé que os amo como una loca…no podría vivir sin un placer que estoy descubriendo. Su inclinación introduce la referencia pulsional, Freud en sus estudios sobre la feminidad, más bien sobre el enigma de la feminidad, pone de relieve la existencia de un vínculo particularmente constante entre feminidad y vida pulsional; pues algo de lo femenino se escapa del régimen simbólico, una parte de lo que llamamos goce femenino se resiste a entrar en la significación, a tener sentido.

Continúa la carta hasta llegar al punto en el que se revela el odio: Pero sin cesar soy perseguida con extrema contrariedad por el odio… ¿Qué haría yo. ¡ay de mí! Sin tanto odio y sin tanto amor como llenan mi corazón? . También nos enseñó, unos años antes, que unos de los destinos de la pulsión es el trastorno hacia lo contrario, y dice:   lo que sólo se observa en una caso: la trasposición de amor en odio, así junto al amor intenso está siempre presente una intensa inclinación agresiva, más se ame, más proclive se es al desengaño y al odio. Concluye en esta carta: Yo escribo más para mí que para vos, tan sólo intento consolarme, abriendo otro circuito, que no está destinado a la comunicación con el amado, si no más bien a la restitución de su existencia.

Carta III, predomina las violentas contradicciones, pasando de un polo a su extremo, del amor más abnegado al reproche feroz, descalificador, hasta pensar su muerte para encarnar ella misma la falta en el Otro, y dejar al amado herido para siempre; contradicciones y vacilaciones que están sostenidas en la indeterminación del sujeto: no sé lo que soy ni lo que hago, ni lo que deseo. Mil sentimientos opuestos me desgarran.

Nos desvela también en esta carta su posición firme, decidida, enmarcada en lo que podemos llamar una lógica de la privación, que daría cuenta de un determinado goce que puede llevar a una mujer a despojarse de   todo, entendemos así la indicación de J. Lacan que encontramos en Televisión, de cómo una mujer puede acomodarse al fantasma de un hombre… hasta el punto que no hay límites a las concesiones que cada una hace para “un” hombre: de su cuerpo, de su alma, de sus bienes. Aquí expresado en sus más altos bienes: el honor y la vida, que lo expresa así: siento un funesto placer por haber arriesgado mi honor y mi vida , en una lógica de la privación que puede llegar a tomar las formas del estrago, de la devastación y de una deriva pulsional que lleva al sujeto a lo peor; una lógica en la que se pone en juego más se pierde en el tener, tanto más se valora el ser, que encontramos en ciertas posiciones femeninas.

Ella misma pone su insensatez, lo que no tiene sentido, como el efecto de su enamoramiento. Y que a pesar de los pesares, su pasión crece, como un sentimiento desconocido que la vivifica.   Detesto la tranquilidad en que viví cuando no os conocía. Lo experimentado, que perturba su tranquilidad, da otra significación a su vida.

Carta IV, es la desesperación, después de seis meses sin recibir noticias

Hay varios elementos muy interesantes descritos desde la lucidez de la desesperación, si en la primera carta estábamos en el reino de lo escópico, en el deslumbramiento del objeto que brilla, ahora es la ceguera la que explica las causas de la desgracia. Reconoce el propio engaño, ya no es el otro el que la ha engañado; lo que supone una mutación subjetiva en la asunción de su responsabilidad. Se elucidan entonces lo que fueron las condiciones de amor, en el inicio en el horizonte estaba la ausencia, el ser abandonada, escribe: Con demasiado agrado me daba cuenta de que estaba con vos, para pensar que un día estarías lejos de mí .

Es la búsqueda de la experiencia misma del amor, más allá del objeto amoroso que desde el principio conecta con un   placer por descubrir. Es el encuentro con una experiencia que la aboca a su soledad más radical pues la deja sola con su pasión.

Cito: No me arrepiento de haberos adorado. Vuestra ausencia rigurosa, eterna, no disminuye el arrebato de mi pasión.

Se despide: vuestra pobre Mariana ya no puede más, se desvanece al acabar esta carta. Se adentra así en la zona en la que el sentimiento de ex -sistir se sostiene en las letras. Estableciendo esta preciosa Homología entre ex – sistencia y escritura.

Carta V. Momento de concluir, anunciado desde el inicio: Os escribo por última vez. Le anuncia que le devuelve su retrato, los brazaletes y las cartas.

Los ridículos cumplidos y la buena fe, del que fuera su amado, la sacan del encantamiento, esta carta es una reflexión profunda sobre la pasión, sobre el desconocimiento de los propios sentimientos, de cómo el amor lleva a lo más desconocido de uno mismo y de las desgracias que acompañan al amor.

…he vivido largo tiempo en un abandono y en una idolatría que me horrorizan… al fin, he salido de este encantamiento… Entresaco, solo, este pasaje de “ser abandonada” a “vivir en el abandono”.

He sentido que me sois menos querido que mi pasión y he tenido extrañas dificultades al luchar contra ella. Esta ha sido la hipótesis de mi trabajo: enamorada de su pasión.

Para no concluir, para comenzar a dialogar, diré, orientada por las lecturas que me han acompañado en la elaboración de esta reflexión, que el goce que una mujer puede obtener de una experiencia amorosa la confronta a esa parte más desconocida de ella misma, a su enigma más secreto y la acerca a esa zona donde se roza lo inefable.

¿Qué lugar y qué destino dar a esta forma de goce que puede oscilar entre la estrago más catastrófico y la creación más sublime? Dependerá de lo que cada una haya querido o haya podido apresar de sus condiciones de goce y de la responsabilidad que haya ido tomando en lo que le ocurre.

Una experiencia analítica es una buena ocasión para elucidar estas y otras cuestiones.

Concha Lechón. Psicoanalista

Bibliografía

.- Alcoforado, Mariana. Cartas de la monja portuguesa. Acantilado, Barcelona 2006.

.- Freud, Sigmund. Pulsiones y destinos de pulsión (1915). O. C. Tomo XIV. Amorrortu editores, 1986. p. 127

.- Freud, Sigmund. Nuevas Conferencias   de introducción al psicoanálisis. 33ª Conferencia. La feminidad (1933). O. C. Tomo XXII. Amorrortu editores, 1986. p. 107

.- Lacan, Jacques. El seminario, Libro 20: Aun. Paidós, Buenos Aires, 1992 p. 102.

.- Lacan, Jacques. Escritos. El seminario sobre “La carta robada”. Siglo XXI editores, Madrid. 1987. p. 25.

.- Lacan, Jacques. El atolondradicho. Escansión. Ornicar? 1. Paidós, Buenos Aires, 1984.

.- Lacan, J. Psicoanáisis. Radiofonía & Televisión. Editorial Anagrama, Barcelona, 1993, p. 128

.- Laurent, Eric. Posiciones femeninas del ser. Tres haches, Buenos Aires, 1999

.- Velez, Ignacio. El hábito de la pasión. Internet

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